El café es una cultura, un patrimonio que recorre el tiempo que puede capturarse en una taza.
Invitar a un café es abrir un puente para conectar, para crear un momento, en su tradición un café no se bebe de pies porque se dañan los planes, porque siempre es ese paréntesis para regresar a lo que importa, la persona volver a lo simple, la taza.
El café puede ser una fiesta que une a muchos personajes en una pequeña taza, Rufino Herrera un militante de la esperanza, que ha querido que se lleve el café de ese pedazo de cielo, de agua, de sueño, Los Cacaos consientes de los servicios ecosistémicos de este cultivo.
Con él no ha podido ni la Roya, ni la broca, ni los bajos precios de los mercados, se resiste a creer que gente estudiando del pueblo no entiendan, Santo Domingo de donde proviene tu agua.
Una taza de café recoge como si la vida volviera a nacer ese día, Ana Julia o mejor Viuda, en el cruce del camino se resiste que alguien pase sin hacer una parada y tomarse una taza de café, recordar los tiempos que se han ido y el misterio del futuro.
Una taza de café el lugar puede ser cualquier coordenada de la Tierra, es un puente a la esperanza que queremos celebrar en esta experiencia del café.
En esta invitación a vivir el café a convertirse en carbono neutral, en aprender a apreciar el aroma, en pasar de ser el que se toma la taza, al que cata la taza como un matrimonio que, con los sueños, los aromas, el tiempo de nombre Rufino, Isabel, Juan, Viuda, Taza, Mar, Mata, Grano, Pilón en definitiva Café.
Visítanos en viveelcafe.do